lunes, 4 de junio de 2012

Solo tú sabes el motivo de mi sonrisa - Capitulo 23



Capitulo 23:

Las lágrimas vuelven a salir de mis ojos. Travis mira a su madre enfadado, serio. Sin decir nada. Aunque sé que al cogerle la mano y mirarle aun con lágrimas en mis ojos, puedo ver que estaba afectado. Al igual que yo.

-Si quieres ______, puedes venir a casa a dormir y mañana ya te llevaríamos al aeropuerto. Tus padres ya llevarían tu maleta por la mañana. Se lo hemos comentado a tu padre, aunque nos ha costado, le hemos dicho que dormiríais en camas separadas, cosa que sé que evidentemente no haréis. Pero bueno… Si quieres venir, ya sabes.
-Sí… Muchas gracias Lidia de verdad. No me gustaría pasar mi última noche sola...
-Vamos ______, que te ayudo a coger tu pijama y eso. – Me dice Travis con voz triste pero dulce, aunque algo distante.
-Vale… - Le contesto.

Nos dirigimos hacía mi habitación. Entramos y él cierra la puerta. De mientras saco una mochila en la que meter el pijama y todo. Lo meto todo dentro, Travis no ha dicho nada, pero cuando cierro la mochila me viene una idea aterradora y un pensamiento que me deja muy preocupada. Travis me mira al ver mi cara de preocupación.

-¡¿Y BLACKY?!

No lo había visto ni cuando había llegado, ni en ningún momento. ¿Y si se había escapado? ¿Qué haría yo sin él? ¿Y si mi padre lo ha llevado a una perrera o algo para no tener que llevárselo a Madrid? 

-Travis, ¿dónde está Blacky? – Le pregunto muy preocupada.
-______-, tranquila… Blacky está en mi casa.
-¿Cómo? – Pregunto extrañada. - Travis, Blacky va a venir a Madrid, ¿verdad? - No dice nada.
-Tu padre me ha dicho que no… Que mejor que se quede con nosotros y con Duna…
-¡Mierda! – Grito, enfadada, triste y harta de mi padre. 

Salgo de mi habitación dando un portazo, escucho a Travis llamarme pero no le hago caso. En ese momento llego al salón, ya con lágrimas en la cara. Abro la puerta para coger la chaqueta y poder irme de casa y que me dé el aire, pero cuál es mi sorpresa que al entrar en el salón, Miriam y Tamara, están sentadas en el sofá, con mis padres, también están los padres de Travis. Cuales por lo que puedo interpretar, les estarían explicando todo. ¿Y si están enfadadas porque no les he dicho nada? ¿Y si ahora no me quieren hablar? Estoy en lo cierto.

-¿Porque no nos habías dicho nada? – Dice Tamara, cuando las dos se han levantado del sofá.
-Me he enterado esta mañana.
-¿Ahora debemos creérnoslo? – Pregunta Miriam. – Lo que pasa es que preferías tener a tu novio al lado que a nosotras.
-No, chicas, eso no es verdad…
-¿Y qué es verdad, ____? Ya no podemos creerte. Según lo que tu padre nos ha contado, lo sabías desde hace tiempo. – Comenta Tamara.
-¿Qué? – Pregunto incrédula, chillando un poco. - ¡No! ¡Papá como has podido montar todo esto! – Le chillo mirándolo.

Mi padre se levanta del sofá, enfadado. Travis llega al salón. Pero no me coge de la mano, ni me protege, no hace nada. Simplemente se queda como todos, mirando la escena. 

-¡Todo esto lo hago por tu bien!
-¿Por mi bien? ¿Tú sabes el daño que me estás haciendo papá? Me separas de Blacky, de mis amigas, bueno… No sé ni si querrán seguir siéndolo… Pero lo que me hace mucho daño es que por culpa de tu accidente, por culpa de tus tonterías de joven con tu moto, por culpa de eso, ahora porque Travis tenga moto, no puedo estar con él. ¿Por qué tú lo digas? No, papá… El juego se te ha acabado y has ganado. Sí, papá. ¿Qué quieres de premio? ¿Un pin, una chapa? Sé el mejor premio… Y creo que lo estas a punto de tener. Cuando cruce esa puerta que da a la calle. 
-Hija, ¡no! – Chilla mi madre.
-¡______! –Chillan a coro Tamara y Miriam cuando ya he cogido la chaqueta y me dirijo hacía la puerta.

A pesar de escuchar como todos me llaman cierro dando un portazo, otro portazo. Bajo las escaleras y salgo de mi bloque. Veo la moto de Travis aparcada, me entran ganas de llorar y de tenerlo ahora mismo y de poder decirle que lo siento mucho por todo lo que le estoy haciendo pasar y lo mal que me siento. Pero me aguanto y me pongo a caminar rápidamente hasta llegar al final de la calle, giro la esquina y, bien, ahora ya estoy tranquila ya que si salen del bloque no me podrán ver. Y así, no me podrán encontrar.



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