Capítulo 27:
Escuchamos sonidos de ambulancia. Aun está
bastante lejos pero sabemos que no tardaran en llegar. Aunque mi cuerpo no
parece tener mucha energía para aguantar mucho más. Mis ojos parecen querer
cerrarse y mis manos ya temblando, empiezan a fallar. Estoy débil. Travis se da
cuenta y empieza a ponerse nervioso.
-________, amor, ¡abre los ojos! – Me dice con
lágrimas en los ojos. Yo los abro como puedo. – No pienses en nada, no pienses en el dolor.
¿Estamos aquí, los dos, no?
-Travis… - Le digo con la voz entrecortada y
bastante débil. – No sé porque te he metido en todo este lío… Lo siento, yo no
quería hacerte daño…
-Ei, vida. Tú no me has hecho daño, al contrario. ________
te quiero como nunca he querido a nadie, y si ahora te fueras, yo…
-Si me tengo que ir, me iré. Al menos sabré que
alguien me quiso de verdad… - Las lágrimas salen con abundancia de mis ojos al
igual que la sangre de la herida.
-________, no. No pienses eso. Por favor. Solo
escúchame. – Su voz, lo que más me tranquiliza. Después de sus abrazos claro,
pero en estas condiciones, difícilmente me puede transmitir seguridad
abrazándome. – Tú escúchame y si quieres, mira la luna o Barcelona de mientras.
-Prefiero mirarte a ti… - Le digo, intentando
tranquilizarme.
-Bueno, pues a mí, pero no cierres los ojos.
Me empieza a intentar distraer, mis ojos,
humedecidos lo miran a él. Con su pelo despeinado, con esos ojos azules ahora
llorosos, con la cara mojada de lágrimas y aguantando mi cuerpo débil, empieza
a hablarme con voz dulce, dándome tranquilidad.
-¿Sabes donde tenemos que ir? Tenemos que ir a
Madrid.
-¿Te-tenemos? – Le pregunto.
-Sí. Los dos. Voy a ir contigo. Me da igual que
tenga que cambiarme de instituto, que tenga que dejar a mis padres aquí y a mi
hermana Lucía que, tiene ganas de conocerte. Ayer, me dijo que el bikini que te
deje de ella era el más feo y que no tenía nada de gusto con la ropa. Me reí.
Pero ella quedo con la curiosidad de conocerte. – Se nota que quiere alargar el
tiempo para que lo escuche. Mis ojos hacen un esfuerzo y la herida, bueno, eso
va en aumento. Parece que la sangre nunca vaya a terminar. Travis, con todos
los nervios y todo, no sabe que más decir. – Se deben haber perdido los de la
ambulancia, seguro… ¡A ver si se me han ido a la otra punta de Barcelona!
Hago un intento por reír, por demostrarle que estoy
bien. Que el dolor no existe, que con él nada malo puede haber, que a su lado,
soy distinta. Que nada va a cambiar, que lo voy a seguir queriendo igual… Pero
después de apretarle la mano con fuerza y decirle “te quiero”, mis ojos se
cierran, dejándome inconsciente.
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