martes, 12 de junio de 2012

Solo tú sabes el motivo de mi sonrisa - Ultimo capitulo; 30




Ultimo capitulo.

Capitulo 30:

-Travis… N-no tengo palabras cariño…
-No las necesito, _______.

Lo miro y él a mí también. Nos besamos, necesitaba besarle, sentir que lo tengo a mi lado. Me sonríe mientras me coge de la mano y se dispone a guiarme. Yo le sigo, curiosa. Me lleva hasta un lago bastante grande, allí no hay gente. Me fijo en un cartel: “Espacio Privado: No pasar.” Pero Travis entra y quiere que yo le siga.
-Travis, no debemos pasar… Es un espacio privado.
-Amor, pasa. Hazme caso.
Le hago caso y paso mientras le cojo de la mano. Para atravesar el lago hay un puente de madera, con tonos marrones y alguna que otra rama. El sitio es precioso. 

El sol ilumina el parque que anuncia, con la ayuda de algunas flores que han nacido hace poco, el comienzo de la primavera. Esa etapa, en la que todo parece ser de color rosa, en la que las flores parecen tener más fuerza que nunca y es cuando el buen tiempo, empieza a hacernos saber que cada vez falta menos para el verano.
-¿Qué piensas hacer este verano, princesa? – Me pregunta, con mi mano tomada de la suya acompañándome a pasar por aquel puente, en el que, al estar en el medio, sus manos dejan las mías y se centran en mi cintura. Yo pongo mis manos en su cuello y contesto.
-Pues, estar contigo, supongo.
-¿Supones? – Me pregunta con su sonrisa de siempre.
-No, rectifico. Lo sé. – Me incorporo un poco y lo miro, seria. 
-¿Qué pasa, pequeña? – Me pregunta un poco extrañado.
-¿Puedo decirte algo? – Le pregunto.
-Claro. 

Hago un largo suspiro y después dirijo mi mirada hacía él, de nuevo. Antes de empezar a hablar el me coge de las manos. Sabe que me gusta más.
-¿Por dónde empiezo Travis?
-Lo normal sería empezar por el principio, cariño.
-Pues voy a empezar por el final…
-Como tú quieras.
-Ahora mismo, estoy aquí contigo, en un parque de Madrid, de una ciudad que no es la mía, con la persona que más quiero y la que me ha salvado la vida. – Travis me va acariciando mi mano derecha, suavemente. Y su otra mano la ha posado en mi mejilla, acariciándola también. Aunque me mira serio, escuchando cada palabra que digo. – Si aquella noche tú no me hubieses dado tu sangre, ahora estaría… - 
-Por favor no lo digas. – Me dice, con sus ojos azules clavados en los míos.
-¿Por qué no? Es la realidad.
-No me gusta recordar momentos en los que esta personita que tengo aquí al lado, estuvo a punto de conocer esa palabra. – Me dice, aun serio.
-Pero no lo estuve, gracias a ti.
-Sabes que haría cualquier cosa por ti.
-No lo sabía hasta que me lo demostraste.
-¿Y ahora lo sabes? 
-Pues… bueno… Creo que no me ha quedado muy claro… - Le digo con una sonrisa. – A lo mejor con un baño en el lago lo entiendo… - Ofrezco en broma, sin pensar que se lo tomaría en serio.
-Venga, vamos.
-Travis, ¿pero qué dices? Estás loco.
-Puede, pero por ti. – Me dice creando una sonrisa y saliendo del puente, dirigiéndose a la orilla del lago. Yo le sigo, corriendo para alcanzarle. ¿A que se tira al agua?

-Travis, no te tires ¡eh! – Le aviso, con una sonrisa en mi rostro. Como me había dicho aquel hombre, no debía borrar nunca mi sonrisa. Y cuando estuviese con él, aun menos.
-No me voy a tirar si no vienes tú conmigo.
-¡Mal lo llevas si quieres que me tire al agua! – Le aclaro mirando el lago, riendo.
-Vamos, ¡venga! – Se acerca a mí, suplicándome como un niño pequeño, al ya haberse quitado la camiseta.

Lo miro y le sonrío. Son la una, el sol resplandeciente nos da el suficiente calor como para poder darnos un chapuzón. Me quieto los pantalones y la camiseta mientras él me mira.

-Travis, ¿no te piensas bañar con ropa no? Quieres parar de mirarme, ¡me siento observada cariño!
-Ah, vale, vale… - Baja la cabeza, parece afectado.

Me acerco a él y me bajo a la altura de su cabeza cabizbaja, mirando al suelo. Le miro la cara mientras le cojo de la barbilla y, levantándome un poco, hago que me mire. Él me dirige su mirada, con sus ojos azules y una sonrisa en los labios. Se acerca un poco más a mí y me besa. Pero en medio de ese precioso beso, que no quería que acabara nunca él me coge en brazos y empieza a dirigirse al lago. No me había dado cuenta, ya se ha quitado los pantalones, ¡que rápido que es este chico cuando quiere! Y yo como siempre, pensando en vez de suplicar que no me tire al agua.

-¡Traviiiiiiiiiiiiiiiiiiiiis! – Le grito, chillando viendo como el agua está a mi lado y yo aun en sus brazos. Si me suelta, caigo en el agua de aquel lago, que seguro que su temperatura es helada. Y de pronto, siento como él me acerca a su cuerpo, como me abraza esperando que yo a él también. Le abrazo, aun no entiendo como no he acabado en el agua.

-Travis… ¿Pasa algo?
-No pasa nada princesa, solo quería abrazarte. – Lo miro, le sonrío y luego escondo mi cabeza en su hombro. Cuando se pronto vuelvo a escuchar – Abrazarte, ¡para tirarnos los dos!

No me da tiempo de decirle, no me da tiempo de decir nada cuando siento el agua fría tocar mi piel y mi cuerpo hundirse en el agua del lago. Rápidamente, salgo del agua, sacando mi cabeza de ella y me encuentro con Travis que me mira sonriente.

-¡Serás…! – No me deja decir nada.
-¿Guapo? ¿Precioso? ¿Imprescindible? Y ahora es cuando ________ dice: Creído.
-Pues no, feo. Porque eres eso y más… - Le digo con ternura. Él se acerca a mí y me abraza. – ¿Esta vez no jugarás y me tirarás ni harás de las tuyas, verdad?
-No, esta vez no. Esta vez simplemente voy a jugar a un juego que no quiero que termine nunca. Un juego, en el que hay muchos objetivos y en el que nunca hay meta.
-¿Muchos objetivos? ¿Y nunca hay meta? – Le pregunto.
-Sí. – Contesta - Tengo muchos objetivos, sueños no, los he cumplido todos. 
-¿Y cuáles son esos objetivos? – Pregunto.
-Es secreto.
-¿Tienen que ver conmigo?
-Claro. ¿Recuerdas que eres mi motivo? – Me pregunta, recordando que yo era el motivo por el que, según él, seguía adelante.
-No me acordaba… Va bien recordarlo. – Miento.
-Te lo recordaré cada día si hace falta, pequeña.
-Pues claro que me acordaba, tontito.
-Ah vale. Te quiero ______.
-Te quiero.

Él me sonríe mientras con mi nariz roza la mía, mirándome a los ojos y dejando que su sonrisa permanezca en su rostro. Me mira, sé lo que quiere. Sabe lo que quiero. Los dos sabemos lo que necesitamos, lo que estamos sintiendo, lo que estamos viviendo. Lo único que queremos; estar juntos. Y lo hemos conseguido. Por fin.

Su objetivo, el mejor, hacerme sonreír. Y es cuando entendí, cuando por fin pude comprender, que él era el motivo de mi sonrisa. Era, es y lo será. Por siempre.








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