Ultimo capitulo.
Capitulo 30:
-Travis… N-no tengo palabras cariño…
-No las necesito, _______.
Lo miro y él a mí también. Nos
besamos, necesitaba besarle, sentir que lo tengo a mi lado. Me sonríe mientras
me coge de la mano y se dispone a guiarme. Yo le sigo, curiosa. Me lleva hasta
un lago bastante grande, allí no hay gente. Me fijo en un cartel: “Espacio
Privado: No pasar.” Pero Travis entra y quiere que yo le siga.
-Travis, no debemos pasar… Es un
espacio privado.
-Amor, pasa. Hazme caso.
Le hago caso y paso mientras le cojo de la mano. Para
atravesar el lago hay un puente de madera, con tonos marrones y alguna que otra
rama. El sitio es precioso.
El sol ilumina el parque que anuncia,
con la ayuda de algunas flores que han nacido hace poco, el comienzo de la
primavera. Esa etapa, en la que todo parece ser de color rosa, en la que las
flores parecen tener más fuerza que nunca y es cuando el buen tiempo, empieza a
hacernos saber que cada vez falta menos para el verano.
-¿Qué piensas hacer este verano,
princesa? – Me pregunta, con mi mano tomada de la suya acompañándome a pasar
por aquel puente, en el que, al estar en el medio, sus manos dejan las mías y
se centran en mi cintura. Yo pongo mis manos en su cuello y contesto.
-Pues, estar contigo, supongo.
-¿Supones? – Me pregunta con su
sonrisa de siempre.
-No, rectifico. Lo sé. – Me incorporo un poco y lo
miro, seria.
-¿Qué pasa, pequeña? – Me pregunta un
poco extrañado.
-¿Puedo decirte algo? – Le pregunto.
-Claro.
Hago un largo suspiro y después
dirijo mi mirada hacía él, de nuevo. Antes de empezar a hablar el me coge de
las manos. Sabe que me gusta más.
-¿Por dónde empiezo Travis?
-Lo normal sería empezar por el
principio, cariño.
-Pues voy a empezar por el final…
-Como tú quieras.
-Ahora mismo, estoy aquí contigo, en
un parque de Madrid, de una ciudad que no es la mía, con la persona que más
quiero y la que me ha salvado la vida. – Travis me va acariciando mi mano
derecha, suavemente. Y su otra mano la ha posado en mi mejilla, acariciándola
también. Aunque me mira serio, escuchando cada palabra que digo. – Si aquella
noche tú no me hubieses dado tu sangre, ahora estaría… -
-Por favor no lo digas. – Me dice,
con sus ojos azules clavados en los míos.
-¿Por qué no? Es la realidad.
-No me gusta recordar momentos en los
que esta personita que tengo aquí al lado, estuvo a punto de conocer esa
palabra. – Me dice, aun serio.
-Pero no lo estuve, gracias a ti.
-Sabes que haría cualquier cosa por
ti.
-No lo sabía hasta que me lo
demostraste.
-¿Y ahora lo sabes?
-Pues… bueno… Creo que no me ha
quedado muy claro… - Le digo con una sonrisa. – A lo mejor con un baño en el
lago lo entiendo… - Ofrezco en broma, sin pensar que se lo tomaría en serio.
-Venga, vamos.
-Travis, ¿pero qué dices? Estás loco.
-Puede, pero por ti. – Me dice
creando una sonrisa y saliendo del puente, dirigiéndose a la orilla del lago.
Yo le sigo, corriendo para alcanzarle. ¿A que se tira al agua?
-Travis, no te tires ¡eh! – Le aviso,
con una sonrisa en mi rostro. Como me había dicho aquel hombre, no debía borrar
nunca mi sonrisa. Y cuando estuviese con él, aun menos.
-No me voy a tirar si no vienes tú
conmigo.
-¡Mal lo llevas si quieres que me
tire al agua! – Le aclaro mirando el lago, riendo.
-Vamos, ¡venga! – Se acerca a mí,
suplicándome como un niño pequeño, al ya haberse quitado la camiseta.
Lo miro y le sonrío. Son la una, el
sol resplandeciente nos da el suficiente calor como para poder darnos un
chapuzón. Me quieto los pantalones y la camiseta mientras él me mira.
-Travis, ¿no te piensas bañar con
ropa no? Quieres parar de mirarme, ¡me siento observada cariño!
-Ah, vale, vale… - Baja la cabeza,
parece afectado.
Me acerco a él y me bajo a la altura
de su cabeza cabizbaja, mirando al suelo. Le miro la cara mientras le cojo de
la barbilla y, levantándome un poco, hago que me mire. Él me dirige su mirada,
con sus ojos azules y una sonrisa en los labios. Se acerca un poco más a mí y
me besa. Pero en medio de ese precioso beso, que no quería que acabara nunca él
me coge en brazos y empieza a dirigirse al lago. No me había dado cuenta, ya se
ha quitado los pantalones, ¡que rápido que es este chico cuando quiere! Y yo
como siempre, pensando en vez de suplicar que no me tire al agua.
-¡Traviiiiiiiiiiiiiiiiiiiiis! – Le
grito, chillando viendo como el agua está a mi lado y yo aun en sus brazos. Si
me suelta, caigo en el agua de aquel lago, que seguro que su temperatura es
helada. Y de pronto, siento como él me acerca a su cuerpo, como me abraza
esperando que yo a él también. Le abrazo, aun no entiendo como no he acabado en
el agua.
-Travis… ¿Pasa algo?
-No pasa nada princesa, solo quería
abrazarte. – Lo miro, le sonrío y luego escondo mi cabeza en su hombro. Cuando
se pronto vuelvo a escuchar – Abrazarte, ¡para tirarnos los dos!
No me da tiempo de decirle, no me da
tiempo de decir nada cuando siento el agua fría tocar mi piel y mi cuerpo
hundirse en el agua del lago. Rápidamente, salgo del agua, sacando mi cabeza de
ella y me encuentro con Travis que me mira sonriente.
-¡Serás…! – No me deja decir nada.
-¿Guapo? ¿Precioso? ¿Imprescindible?
Y ahora es cuando ________ dice: Creído.
-Pues no, feo. Porque eres eso y más…
- Le digo con ternura. Él se acerca a mí y me abraza. – ¿Esta vez no jugarás y
me tirarás ni harás de las tuyas, verdad?
-No, esta vez no. Esta vez
simplemente voy a jugar a un juego que no quiero que termine nunca. Un juego,
en el que hay muchos objetivos y en el que nunca hay meta.
-¿Muchos objetivos? ¿Y nunca hay
meta? – Le pregunto.
-Sí. – Contesta - Tengo muchos objetivos, sueños no,
los he cumplido todos.
-¿Y cuáles son esos objetivos? –
Pregunto.
-Es secreto.
-¿Tienen que ver conmigo?
-Claro. ¿Recuerdas que eres mi
motivo? – Me pregunta, recordando que yo era el motivo por el que, según él,
seguía adelante.
-No me acordaba… Va bien recordarlo.
– Miento.
-Te lo recordaré cada día si hace
falta, pequeña.
-Pues claro que me acordaba, tontito.
-Ah vale. Te quiero ______.
-Te quiero.
Él me sonríe mientras con mi nariz
roza la mía, mirándome a los ojos y dejando que su sonrisa permanezca en su
rostro. Me mira, sé lo que quiere. Sabe lo que quiero. Los dos sabemos lo que
necesitamos, lo que estamos sintiendo, lo que estamos viviendo. Lo único que
queremos; estar juntos. Y lo hemos conseguido. Por fin.
Su objetivo, el mejor, hacerme
sonreír. Y es cuando entendí, cuando por fin pude comprender, que él era el
motivo de mi sonrisa. Era, es y lo será. Por siempre.
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