miércoles, 25 de julio de 2012


Dibujar su inicial por todos lados. Sonreír cuando te habla como si fuera lo más gracioso del mundo y decirle con esa vocecita que es tonto. Obsesionarte con las llamadas perdidas, su voz y sus mensajes interminables. Creer que su olor ha de formar parte de cualquier molécula de oxigeno que inspires, que sus pupilas van a acabar de trastornarte, porque esos ojos son encantadores. Tararear esa canción porque así te acuerdas de el en todo momento. Respirar a su ritmo, escucharle y soñar despierta. Mirarle y perderte en su mirada. Verle despertar y saber que quieres que nunca se vaya de tu lado, quieres que sea para siempre. Eso, eso exactamente, es de lo que te hablaba.


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