sábado, 14 de diciembre de 2013



Me incliné sobre ella y recorrí la piel de su vientre con la yema del dedo. Bea dejó caer los párpados, los ojos y me sonrió, segura y fuerte. 

-Hazme lo que quieras… -susurró. Tenía diecisiete años y la vida en los labios.


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