Camino por una cuesta abajo cuando de repente lo veo todo oscuro. Las manos que me tapan los ojos me resultan familiares, incluso juraría reconocerlas. Poso mis manos en las que me tapan los ojos. Entonces me da un beso en el cuello, la cual cosa me aseguro que es él. Voy bajando sus manos poco a poco hasta que él las coloca alrededor de mi cintura.
Vamos hacia mi casa cogidos de la mano y hablando.
Cuando ya estamos frente a mi casa, para despedirse me estira hacia él rodeándome la cintura con el brazo y me regala un gran beso en los labios. En mitad del beso me hace cosquillas en la barriga, y, cuando suelto una risita floja, me vuelve a besar.
-Decían que no hay nada mejor que un beso entre sonrisas.- Empezó susurrando con la boca muy cerca de la mía.- Acabo de comprobar que no se equivocaban.
Separo mi cara de la suya y le miro a los ojos, son tan preciosos… Me coge las manos y pega su frente a la mía, mira hacia abajo.
-Ruben… - susurro.
Sube la mirada y la fija en mis ojos.
-Tengo que decirte algo…
-¿Qué pasa ____?
-Verás... esto es difícil para mi... - Hago una pausa y respiro. - Hace unos días... a mi padre le dieron trabajo en Vancouver. Y… nos mudaremos a allí.
-¿Qué? - dice alejándose de mi - Estás de broma, ¿verdad?
-Pues no, la verdad. No jugaría con esto, sabes que te quiero como a nadie.
-No me lo puedo creer. ¿Cuándo?
Un silencio se apoderó de la situación.
-De aquí a un semana.
Lo que no sabían ______ y Ruben, es que de aquí a una semana, las cosas cambiarían mucho más, y más silencios se interpondrían entre ellos.
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