lunes, 21 de octubre de 2013



-Y cuando estabas en el instituto -prosiguió, como si reviviera su sueño- ,el modo en que llevabas los libros. El arco de tu espalda. Tu piel inmaculada. Te anhelaba como un animal ansía la sangre. -

Las fuerzas me abandonaban con cada palabra, con la reverberación de cada latido que parecía estrellarse contra mí. Sabía que estaba perdida si le dejaba continuar. Carecía de la fuerza sobrehumana que se necesitaba para resistirse a él.


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