sábado, 21 de julio de 2012

Es tu cumpleaños, pide mas de un deseo


Suenan pitidos que señalan que su móvil está sonando. No lo coge. Vaya decepción, creí que se acordaría, y que por lo menos pasaría la tarde a mi lado. ¡Pero si ni tan solo me ha felicitado! Que estúpida he sido al pensar que hoy yo sería la más importante, a la que dedicaría un día especial. Bueno, da igual. 
Me levanto del sofá en el que llevo un par de horas sentada esperándole y me dirijo hacia la cocina. Abro la nevera y veo que está llena, pero no hay nada que me apetezca más que él y sus labios.
Me doy por vencida. Se ha olvidado de mí. Apago las luces de todo el apartamento y me voy a la cama.
De repente, en mitad de la noche, cuando ya me estaba sometiendo en mis sueños, suena el móvil. Sorprendida, lo cojo sin mirar el número.
-¿Hola?
-Hola, cariño.
-¿Mama?
-Sí, estoy aquí con tu padre, ¡queríamos felicitarte!- Dice con alegría en su voz. –¡Felicidades!- Gritan al unísono los dos. – Mañana te vendremos a ver con algunos familiares para celebrarlo y tendremos mas tiempo para charlar.
-Eh… Vale, gracias.
-Buenas noches, cariño. Adiós.
-Igualmente. Adiós. - Cuelgo y vuelvo a cerrar los ojos.

Vuelve a sonar el móvil. Me indigno y contesto otra vez sin mirar.

-¿Sí?
-________¿Puedes venir?
-¿Qué?
-Te necesito, estoy un poco nervioso. Por favor, ven enseguida, estoy… en el portal de tu casa.
-No entiendo nada.
-Tampoco lo entenderás todo. Tu ven y ya esta.
-Vale, ya voy.

Sin ni siquiera cambiarme el pijama, bajo a mi portal y busco detenidamente a mi novio. Miro a un lado y a otro, pero nada, no hay nadie. Entonces, alguien me abrazo por detrás y me felicita susurrando al oído. Después de darme un beso en el cuello, hace un gesto reflejo con los brazos y me tapa los ojos con un pañuelo que no me da tiempo ni de ver de qué color era.

-¡Sergio! ¿Qué haces?
-Tranquila. - Dice después de soltar una risa dulce.
-Me has tapado los ojos sin avisar ni nada. ¿Cómo voy a estar tranquila?
-Confía en mí. Te guiaré a la moto y después te llevare a un sitio.

No tengo ni idea de a donde me lleva, pero sea a donde sea, si es con él, es perfecto.

-Me das miedo.
-Es como debería ser.

Me coge de la mano y me va guiando un poco hasta llegar a la moto. Me monto, noto como me da un beso en la mejilla antes de montarse delante de mí y arranca. Espero que estuviera como yo: sonriendo.
Después de un largo recorrido con la moto llegamos a un sitio que aún no había visto por el pañuelo que aún llevaba tapándome los ojos.
-Aquí es.
Me ayuda a bajarme de la moto con delicadeza y me quita el pañuelo despacio. Abro los ojos y lo primero que veo es a él, con su sonrisa que me vuelve loca. Después miro alrededor de nosotros y me doy cuenta de que estamos en un punto muy alto de la ciudad. Parecía el pico de una montaña. Se veía toda la ciudad llena de luces. Era precioso. Y en un lado había una mesa. En el centro de la mesa había una pequeña tarta y en un lado de la mesa una hoja y un bolígrafo.
-¡Es precioso!- Dije asombrada, ilusionada, fascinada… Y me tiro en sus brazos a besarle. Un beso perfecto, como él, como esa noche. – Pensaba que te habías olvidado.
-¿De que?
-De que hoy era mi cumpleaños.
-De quien te burlas, ¿De mi o de ti? Nunca olvidaría la fecha en que nació la persona que me hace feliz. - Dice sonriendo. Entonces caminamos cogidos de la mano hacia la mesa. Nos sentamos y nos miramos fijamente a los ojos. -¿Sabes para que son la hoja y el bolígrafo?
-Mmm… No, ¿Para qué son?
-Normalmente solo pedirías un deseo antes de soplar las velas. Pero esta vez pedirás más de uno. Esta noche es una noche especial. Es tu cumpleaños, y desde aquí se ven muchas estrellas fugaces. Mientras, apunta todos los deseos que se te pasen por la cabeza en la hoja. Y cuando pase una estrella fugaz lo pides.
-Estoy contigo. Parece que ya se me ha cumplido uno, y ni siquiera he tenido que pedirlo.
-Te quiero.
-¿De qué está hecha la tarta?
-¿Eh…? De frambuesa.
-Vale. Entonces yo también te quiero.


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