jueves, 28 de junio de 2012



-¡Hooola! ¿Cómo te va todo? Hace mucho que no hablamos.
-Bien, gracias. Adiós.
-¿Te pasa algo? Te noto rara.
-¿¡Rara?! La última vez que hablamos me humillaste, mi ignoraste, te olvidaste de mi y... me juraste falsas promesas. Así que no, no me pasa nada.
-Ya sabes que soy orgulloso, no me lo tengas en cuenta. Va tía enróllate y perdóname. 
-Si no te importa soy una persona así que creo que me merezco un mínimo de respeto.
-Tu no te mereces nada.
-¿Porqué me odias?
-No te odio.
-¿Entonces que te he hecho yo a ti?
-Nada. Me odio a mi mismo. No sé hablarte mejor, porque no me merezco ni que me hables, no merezco nada de ti, me he comportado francamente mal contigo... y todo esto que te he dicho, que te he hecho pasar no lo mereces... y por eso intento que me odies.
-Yo jamás podré odiarte. 
-Me lo merezco, deberías hacerlo. No deberías ser tan buena con la gente. Te llevarás palos. 
-Me da igual, mi consciencia estará tranquila. No puedo enfadarme con nadie... no sé hacerlo y tu mejor que nadie lo sabes.
-Perdóname.
-No hay nada que perdonar. Me basta con que me demuestres que lo sientes. No quiero palabras ni falsas promesas, de hecho no quiero que me prometas nada.
-Lo haré. Por nosotros.
-No. Hazlo por ti. 
-Pero...
-No, hazlo por ti y de esa forma lo estarás haciendo por nosotros. Confío en ti.
-No te volveré a fallar. Dos veces la misma piedra no. 





No hay comentarios:

Publicar un comentario