miércoles, 30 de noviembre de 2011

Pasión.

Hay estaba yo, saliendo de clase con mis amigas, riéndonos de todo, y de todos, cuando veo que aparece él, y me hace unas señas para que valla donde está el.

-¿Puedes quedar esta tarde? - dijo el agarrándome la mano, y acariciándola.
-Em... si creo que si - dije yo un poco nerviosa, pero con una sonrisa.
-Vale, quedamos esta tarde a las 5, debajo de tu casa.
-Vale. - le dije segura.

Y de repente quitó mi pelo delicadamente del cuello, y me besó lentamente, haciendo estremecer un poco. En esos instantes me hubiera dado igual que fuera un vampiro que iba a arrancarme un pedazo de garganta, me dejé llevar por el deseo... 

-Para, nos puede ver alguien... - dije con los ojos cerrados, para poder sentir mejor sus labios en mi cuello.
-Sabes que no quieres que pare... - me dijo susurrándome él.
-Mmmm... Para... - dije yo.

Y paró.

-Pero esta tarde no te escaparás de mis besos, pequeña... - Acabó de decir esa frase, y me cogió la cara y me besó tiernamente.
-Vale. Nos vemos esta tarde. – dije yo.

Comí muy nerviosa, ansiaba que llegaran las 5. Eran las tres i media, y decidí ducharme y arreglarme. Me metí en la ducha, y puse música, para relajarme.
Acabé y me vestí, quería ir sencilla, así que como era verano, me puse unos shorts tejanos muy cortitos, y una camisetita azul. Me peiné y, como ya eran las cinco menos cuarto, bajé a esperarlo, cogí el bolso, y bajé.

Llegó puntual, justamente eran las cinco. Venia en su moto.

-Hola preciosa – dijo el bajándose de la moto.
-Hola guapo – dije acercándome a él.
-¿Sabes? Estas preciosa, y muy sexy por cierto… - dijo mirándome de arriba abajo.
-Gracias. – dijo ruborizada. – ¿Nos vamos?
-Sí. Oye, esta mañana nos quedemos en algo, ¿no? – dijo el acercándose a mí, y cogiéndome de la cintura.
-Sí, pero aquí no… - dije mirándole los labios, y yo mordiéndome mi labio inferior.
-No hagas eso, que me matas. – dijo él.
-¿El qué? – dije extrañada, y le miré a los ojos.
-Eso de morderte el labio mientras me miras. Me entran ganas de hacerte mía aún más. – dijo el tocándome un mas la cintura.
-¿Soy tuya? – dije acercándome aun más a él.
-Por supuesto… Mía y de nadie más, no te comparto. – Y me besó.

Cuando nos acabamos de besar, le dije:
-Vámonos anda… Jajajaj – y nos reímos los dos.

Nos fuimos a un descampado, no sabía lo que quería hacer, pero me pierdo tanto en su mirada, que creo que podría hacer lo que quisiera conmigo…

Nos bajemos de la moto, me quité el casco, se lo di, y avancé unos pasos más adelante.
Cuando él me coge de la cintura, y me dice:

-Sé que no es un restaurante de 5 estrellas, pero he hecho lo que he podido para que estuviéramos solos, y este era el único lugar. – dijo dándome besos por el cuello. Amaba que me besaran en el cuello y que me susurraran cosas en la oreja.

-No pasa nada, mientras esté contigo, todo está bien. – Y le besé.

Cuando me cogió de la mano y me llevo detrás de aquella valla, y seguidamente me cogió en brazos empujándome contra la pared, y así yo sujetar sus caderas con mis piernas, mientras que él con sus manos agarraba mi trasero para sujetarme mejor...

-Te dije que esta tarde no te librarías de mis besos, pequeña… - dijo susurrándome, mientras me besaba el cuello.

Quería besarme, y en ese momento hubiera dejado que me quitara la ropa a bocados, cuando entendí lo que me hacía sentir con poco…

-¿Sabes que me haces cosquillas, no? – le dije riéndome.
-Lo sé, y me gusta verte así, y hacerte cosquillas, y tocarte, muero por tocarte… Y no poder hacerlo delante de la gente me mata, cada vez que te miro en clase y veo que me miras, me entran como unas corrientes por el cuerpo, y mis amigos me dicen: “¿qué te pasa, tío?”. Y quiero contestarles: “¡Que muero por besar a aquella chica de allí! ¡Que me trae loco nada mas la miro a esos ojos, y cuando la toco estoy en el cielo! Eso es lo que me pasa… y no puedo, no puedo…
-Lo siento… - dije con la mirada gacha, aun seguía encima de él, así que me bajé, quedándonos los dos de pie, yo acorralada a la pared, sintiéndome culpable, y él lo notó.
-Mi amor… sabes que no es tu culpa, yo te quiero igual, además esto le da un poco de morbo, al asunto… - dijo el juguetón. – Hueles muy bien, me vuelve loco tu olor.
-¿Huelo bien? – le dije acercando mi cuello más aun a él.
-Dios… me vas a obligar a hacer algo que no quiero… - dijo el mordiéndose el labio y mirándome, comiéndome con la mirada.

Me acerqué a su oreja y le susurré:

-Hazlo…

Me tocaba, empezaba por los muslos, seguía por mis caderas, continuaba subiendo hasta mi espalda.

-¿Aquí? No cariño, vámonos a tu casa, o a la mía. – le dije yo.
-Vale, corre, venga vámonos. – dijo él.
-Tranquilo… Jajaja – dije divertida.
-¿Pero has visto el cuerpazo que tienes? ¿Cómo voy a estar tranquilo, si sé que dentro de poco estarás entre mis brazos, entre mis sabanas...
-Escúchame antes de nada, quiero que cada día me beses lentamente, dejando que todo fluya, sí que fluya a su tiempo. Dejemos que la gente mire y se muera de la envidia, que nadie de nuestro alrededor exista y que nos adentremos en un cuento solos tu y yo. Nada más importa que nuestros labios rozándose, agarrados de las manos y respirando el mismo aire. Yo siento como tu corazón late, y tú me repites una y otra vez lo mucho que me quieres. Te prometo un siempre y me juras un nunca, sí, un nunca separados, dándole tiempo al momento y sobre todo disfrutando cada segundo como si fuera el último.

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