lunes, 11 de junio de 2012

Solo tú sabes el motivo de mi sonrisa - Penúltimo Capitulo; 29







Penúltimo capítulo…


Capítulo 29:

El sol alumbra nuestra habitación. Me despierto y miro a mi lado esperando verlo allí, conmigo. Pero no, no está. Me destapo, me siento en la cama de aquella habitación de hotel, me pongo mis zapatillas rosas y, antes de irme a la ducha veo encima de una de las dos mesitas de noche una nota. Pone mi nombre. La despliego y la leo: 

“Buenos días, princesa. Tengo una pequeña sorpresa para ti. Quiero que te vistas normal, sin arreglarte. Hazme caso. Que te hagas un moño alto para que el pelo no te moleste y que bajes a desayunar, tus padres te estarán esperando. ¿Y yo? Pensarás. Yo ya estoy vestido, desayunado y esperando a que leas todas las notas. Hay tres, sin contar esta, te quedan dos. ¿Las encontrarás? Te quiero; Travis.” 

Le hago caso y me visto con unos pantalones pitillo, con una camiseta rosa y blanca a rayas y con mis bambas. Me hago un moño un poco despeinado. Después, bajo a la cafetería donde localizo a mis padres sentados en una mesa. Los saludo mientras dejo la chaqueta en la silla.

-Buenos días.
-Buenos días cariño. – Me dice mi madre con una sonrisa.
-Hola, _______. –Me saluda mi padre. Sí, ya no estoy enfadada con él. - ¿Cómo has dormido? Bien supongo, ¿no granuja?
-¡Papá! – Le digo sonrojándome. – He dormido bien… - Sonrío.
-Cariño, mañana tenéis que ir los dos a entregar los papeles al nuevo instituto y nosotros iremos a firmar los papeles de la casa nueva, ¿de acuerdo? – Me dice mi madre, como si nada.
-¿Tenemos? Mamá, Travis está solo los primeros días solo, ¿no? Quedamos en eso… - Me empiezo a poner nerviosa. Mis padres me miran sonriendo. - ¡No me diréis qué…! – Me levanto de la silla emocionada y los abrazo a los dos, dándoles las gracias. Ahora solo quiero verlo.

Desayuno con mis padres y luego mi madre me da una nota. La siguiente nota. La leo: 

“¡Por fin la noticia que tanto esperabas! Sí, me quedo. Contigo. Como te prometí, amor. Ahora debes subir a un taxi y decirle que te lleve al “Parque del Retiro”. Dile sobretodo que te deje justamente en la entrada, te será más fácil para encontrar la siguiente nota, la última nota. Y como siempre: Te quiero. Travis”

Cojo un taxi, le doy la dirección y al cabo de un rato llego. Hay gente paseando por aquel parque. Entro en la entrada cuando allí, hay un hombre que reparte panfletos de publicidad. Él me mira y me sonríe.

-¿Tú eres _______? –Me pregunta, feliz.
-Sí, soy yo. ¿Pasa algo? No quiero ningún panfleto, pero gracias… - Sonrío.
-¡Por fin! – Exclama - ¡Llevo toda la mañana buscando a alguien que se llamase ______ y que tuviese esa sonrisa! Un chico muy amable me ha dicho que te tenía que dar esto. – Me da una nota.
-Gracias. – Le digo, nerviosa y sonriendo, feliz de saber que no era tan difícil encontrar la última nota antes de verlo.

Estoy por irme cuando el hombre me vuelve a llamar. Me giro y lo miro.

-No borres nunca esa sonrisa, ¿entendido?
-Lo tendré en cuenta, gracias. – Vuelvo a sonreír.

Al ya haberme alejado, despliego la nota y la leo muy nerviosa al saber que es la última y que, puede, que Travis esté por aquí. La nota dice:

“Última nota. Última pista. Una última oportunidad para decirte, de diferente manera todo lo que siento por ti antes de que me veas de nuevo. Es tanto lo que siento por ti, tantas cosas que me has hecho descubrir, tanto que me has enseñado, todo lo que me has dado… _______; eres mi vida. Eres como una muñeca frágil a la que debo proteger. Y ahora, el saber que podemos estar juntos, que nada ya nos va a poder separar, me llena de felicidad. La sorpresa, no es gran cosa. Simplemente quiero darte las gracias por hacerme feliz, pequeña. Gracias por ser mi pequeña, gracias por todo… Gracias por quererme. Te quiero mucho, quiero que te quede claro, para que nunca lo olvides.”

Las lágrimas salen de mis ojos. Lo quiero, lo quiero mucho. ¿Cómo puede ser tan perfecto? ¿Cómo he podido tener tanta suerte? Aun no me creo que él me esté dando las gracias, yo debería dárselas, por eso y más. Mucho más. En ese momento mi móvil suena, es un SMS. De él.

“No llores, pequeña.”

Levanto la vista de la pantalla y miro en frente mío. Lo tengo delante. Corro todo lo que puedo hacía él y lo abrazo, puede que bastante fuerte, mientras de mis ojos caen lágrimas. Lágrimas de felicidad.




No hay comentarios:

Publicar un comentario