martes, 1 de mayo de 2012

Mi historia de amor



Os quiero contar mi historia de amor. Todo empezó gracias a la crisis. Soy hija única, y este año mis padres y yo decidimos irnos con nuestra caravana a un camping, porque nos salía mejor económicamente. Como me iba a aburrir sola, decidí llevarme a mi mejor amiga Sandra. Llegó el día en que lleguemos al camping. Cuando dejemos la caravana en nuestro sitio, Sandra y yo fuimos a ver cómo era ese camping. Al llegar a el bar vimos un cartel que ponía que esa misma noche, estaba abierto para los jóvenes, de nuestra edad, y que hacían un especie de pub o discoteca. Sandra y yo enseguida decidimos ir, pero primero había que arreglarnos y todo eso. Fuimos a ducharnos, vestirnos, y maquillarnos un poco. Cuando estábamos preparadas, salimos de la caravana, y nos encontremos con un grupo de chicas de nuestra edad, estuvimos charlando, nos hicimos amigas enseguida, eran muy simpáticas. Fuimos todas a la discoteca, y nos pusimos a bailar, a reír y a hablar como si nos conociéramos de toda la vida. Y como supondréis, nos encontremos a otro grupo de chicos de nuestra edad sentados fuera, en un banco, mirándonos. Las chicas más atrevidas del grupo, fueron a hablar con ellos, mientras Sandra y yo nos quedemos en la puerta del bar. Al rato, se sentaron con ellos en el banco, y nos hicieron señas para que fuéramos con ellas. Enseguida nos presentaron a todos los chicos, eran muy majos, pero había uno que me llamó la atención, Raul. Decidimos ir a las pistas de tenis ya que, a esas horas, no había nadie, y nos pusimos a hacer de todo menos jugar a tenis. Yo no paraba de mirar a Raul, y creo que a él le pasaba lo mismo conmigo. Sandra me vio rara, y vino a preguntarme que qué me pasaba. Le conté que Álvaro me llamaba la atención y, ella que es muy impulsiva y fiestera y, sin nosotros dos saber nada, se lo  dijo a todo el grupo, y corriendo se fueron de la pista de tenis. Raul y yo nos quedemos alucinando y pensé en matar a Sandra. De repente Raul se empezó a reír mientras me miraba. Yo reí también y me acerque a él. Intentemos ir detrás de ellos, pero les perdimos de vista. Decidimos de ir a un río que estaba al lado de la pista de tenis. De camino, hacia bromas, y reíamos. Tenía una sonrisa preciosa, y sus ojos color miel brillaban. Lleguemos al rio y me empezó a salpicarme con el agua, típica escena de película. Yo no iba a ser menos, y decidí salpicarle también. Acabemos chorreando, y nos sentemos en una roca. Se quitó la camiseta, y me quede sin palabras, ¡¡estaba buenísimo!! Dijo que se la había quitado porque estaba muy mojada. 
Como ya era muy tarde, le dije de irnos ya, y me acompañó a la caravana. Nos fuimos a dar dos besos, y en el segundo desvió la cara, queriéndomelo dar en los labios, al no esperármelo, me aparté, y él sonrió vergonzoso mientras se tocaba la nuca. De mis labios solo salió un “Buenas noches, Raul.” y me metí en la caravana. A los 10 segundos reaccioné, y pensé que sería una estúpida por dejar escapar esta oportunidad. Así que salí corriendo de la caravana, y él caminaba hacia la suya. Cuando llegué a su altura, le tapé los ojos con las manos, y él se rió. Se giró y nos besemos. ¡El mejor beso de mi vida!
Los siguientes días fueron muy dulces y bonitos. De eso ya hace un año. Ahora seguimos con nuestra relación, porque vivimos cerca. ¡¡Te quiero Raul!!



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