Os quiero contar mi historia
de amor. Todo empezó gracias a la crisis. Soy hija única, y este año mis padres
y yo decidimos irnos con nuestra caravana a un camping, porque nos salía mejor
económicamente. Como me iba a aburrir sola, decidí llevarme a mi mejor amiga
Sandra. Llegó el día en que lleguemos al camping. Cuando dejemos la caravana en
nuestro sitio, Sandra y yo fuimos a ver cómo era ese camping. Al llegar a el
bar vimos un cartel que ponía que esa misma noche, estaba abierto para los
jóvenes, de nuestra edad, y que hacían un especie de pub o discoteca. Sandra y
yo enseguida decidimos ir, pero primero había que arreglarnos y todo eso.
Fuimos a ducharnos, vestirnos, y maquillarnos un poco. Cuando estábamos
preparadas, salimos de la caravana, y nos encontremos con un grupo de chicas de
nuestra edad, estuvimos charlando, nos hicimos amigas enseguida, eran muy simpáticas.
Fuimos todas a la discoteca, y nos pusimos a bailar, a reír y a hablar como si
nos conociéramos de toda la vida. Y como supondréis, nos encontremos a otro
grupo de chicos de nuestra edad sentados fuera, en un banco, mirándonos. Las
chicas más atrevidas del grupo, fueron a hablar con ellos, mientras Sandra y yo
nos quedemos en la puerta del bar. Al rato, se sentaron con ellos en el banco,
y nos hicieron señas para que fuéramos con ellas. Enseguida nos presentaron a
todos los chicos, eran muy majos, pero había uno que me llamó la atención, Raul. Decidimos ir a las pistas de tenis ya que, a esas horas, no había
nadie, y nos pusimos a hacer de todo menos jugar a tenis. Yo no paraba de mirar
a Raul, y creo que a él le pasaba lo mismo conmigo. Sandra me vio rara, y
vino a preguntarme que qué me pasaba. Le conté que Álvaro me llamaba la
atención y, ella que es muy impulsiva y fiestera y, sin nosotros dos saber nada,
se lo dijo a todo el grupo, y corriendo
se fueron de la pista de tenis. Raul y yo nos quedemos alucinando y pensé en
matar a Sandra. De repente Raul se empezó a reír mientras me miraba. Yo reí
también y me acerque a él. Intentemos ir detrás de ellos, pero les perdimos de
vista. Decidimos de ir a un río que estaba al lado de la pista de tenis. De
camino, hacia bromas, y reíamos. Tenía una sonrisa preciosa, y sus ojos color
miel brillaban. Lleguemos al rio y me empezó a salpicarme con el agua, típica
escena de película. Yo no iba a ser menos, y decidí salpicarle también.
Acabemos chorreando, y nos sentemos en una roca. Se quitó la camiseta, y me
quede sin palabras, ¡¡estaba buenísimo!! Dijo que se la había quitado porque estaba
muy mojada.
Como ya era muy tarde, le dije de irnos ya, y me acompañó a la
caravana. Nos fuimos a dar dos besos, y en el segundo desvió la cara,
queriéndomelo dar en los labios, al no esperármelo, me aparté, y él sonrió
vergonzoso mientras se tocaba la nuca. De mis labios solo salió un “Buenas noches, Raul.” y me metí en la
caravana. A los 10 segundos reaccioné, y pensé que sería una estúpida por dejar
escapar esta oportunidad. Así que salí corriendo de la caravana, y él caminaba
hacia la suya. Cuando llegué a su altura, le tapé los ojos con las manos, y él
se rió. Se giró y nos besemos. ¡El mejor beso de mi vida!
Los siguientes días fueron muy
dulces y bonitos. De eso ya hace un año. Ahora seguimos con nuestra relación,
porque vivimos cerca. ¡¡Te quiero Raul!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario