lunes, 30 de abril de 2012

Mi prisión y tu condena





Mirarle y saber que es él, que lo fue, y que lo será para siempre, porque es el único capaz de hacerme temblar con una de sus sonrisas, porque existen unas 400.000 palabras en castellano, sonríes, y me dejas sin ninguna. Por esas tonterías de niño pequeño que sabes que me encantan, por esas veces en las que extrañas mi calor y me abrazas, y en ese momento, justo en ese instante en el que se me para el tiempo, lo sé, sé que te quiero más que a nada en este mundo, que me moriría si no pudiera volver a ver esos ojitos azules que me vuelven loca, y que si tuviera que vivir a base de algo sería de tus besos... 



Me encanta ese típico momento, en el que me dices:



-Mírame con esos ojos azul cielo que me hacen sonreír cada mañana.



Te miro, me pongo roja y te contesto:



-No puedo... Me pones nerviosa cuando estoy a 10 centímetros de ti...


Entonces viene la frase por la que me enamoré de ti, esa frase que me dejó huella en el corazón:


-¿Por qué estar a 10 centímetros si podemos estar a 0.1 milímetros mientras puedo robarte un beso?


Y desde ese día y hasta ahora me robas besos cada segundo, a veces pienso en que deberían meterte en prisión de tantos que me robaste, pero decidiste que tu prisión fuera mi corazón y tu condena quererme para siempre.


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