domingo, 11 de diciembre de 2011

El lugar.



El timbre ya había tocado cuando él me besaba en el pasillo. Yo me separaba de él haciendo ver que tengo prisa para ir a clase, cuando en realidad no me importaba que el mundo se acabase en ese momento. Entonces el profesor de ciencias se asomó por la puerta y nos vió jugueteando el uno con los labios del otro.

Ese es el motivo por el que estábamos en el aula de castigados. Él no dejaba de mirarme, y a mi me encantaba que no me quitase su mirada de encima, esa mirada que se forma cuando los dos latarales de su boca se levantan, es decir, cuando sonríe.
Escribí una notita en un papelito y se la pasé a mi novio que por cierto se llamaba Carlos. Leió la nota:

  <<Quedamos esta tarde a las 16:00 en el parque de mi barrio>>

No quería que me viniese a buscar a mi casa porque mi madre es muy cotilla.

Por la tarde nos encontramos en el parque de mi barrio y nos fuimos a dar una vuelta por la ciudad, él no me soltaba la mano ni un solo segundo, pero tubo que hacerlo para pagar los helados que nos compramos por el camino, luego me volvió a agarrar.

Había pasado más de media hora y en ese momento no había mucha conversación, entonces le propuse:

-¿Quieres que te enseñe un lugar secreto?- Dije de repente.
-¿Un lugar secreto?- Me preguntó extrañado. -No se a lo que te refieres.-
-No hace falta que lo sepas. ¡Vamos!- Dije emocionada.

Le apreté la mano y me lo llevé corriendo como si fuese mi peluche favorito.

Ivamos corriendo a ese lugar. Ese lugar era donde yo y mi mejor amiga, Patricia, pasábamos nuestras tardes libres. Era un parque muy viejo y desconocido, estaba rodeado de cesped muy verde, pero no era como para ponerse a jugar en el columpio ni resbalar por el tobogan, parecían inestables y eran lo único que había a parte de un pequeño lago donde unos pájaros de colores, con la cola muy larga, de un amarillo que cuando lo ilumina el sol, es dorado, se reunían ahí a las 17:15 aproximadamente. Nos poníamos a contarnos secretos y a veces nos hacíamos fotos, estaba fuera de la ciudad y estaba escondido detras de unos cuantos árboles.

A lo que iva. Carlos, al ver que habíamos cruzando tantos árboles corriendo me preguntó:

-¡¿A donde vamos?!¡No te habrás perdido!- Dijo desesperado.
-¡Tú solo calla y acuerdate del camino!- Dije aún más emocionada.

*Aunque no es que vaya a olvidarse ni nada, luego sabrás porque.*

Al llegar, la primera palabra que pronunció fue:

-Vaya- Dijo con cara de mongolo.
-¿Te  gusta?- Le pregunté felizmente. -Es el lugar secreto de Patricia y yo.-
-Sí, es muy bonito.- Djo mirando alrededor.

Caminé hasta el lago y le empecé a explicar lo que pasa a las 17:15.

-Mira, en este lago, a las 17:15 vienen muchos pájar...- 

Sin dejarme acabar, me empezó a besarme lentamente. Cuando dejó de besarme abrió los ojos y nos miramos durante unos segundos, no sé si él quería estar en silencio o estaba como yo, sin saber que decir. No era la primera vez que nos besábamos, ni mucho menos, pero fué algo maravilloso, raro, sorprendente, eterno, excitante...

Entonces llegaron los pájaros, se pusieron a beber del lago y Carlos me soltó la mandíbula y fue a verlos.
Agarró a un pájaro sin dejar que mueva las alas y le dije:

-Suéltalo.- le dije.
-Me lo quiero quedar como mascota.-Dijo convencido.
-¿Pero no ves que es uno de esos pájaros que no sobreviven si no son libres?- Dije yo.
-Conmigo se está muy libre.- Dijo otra vez convencido.
-Si tu lo dices...- Dije mirando al suelo.
-¿Qué quieres decir?¿No te sientes libre conmigo?- Preguntó.
-Claro que sí, contigo me libero.-Dije mirandole.
-¿Entonces de que te quejas?- Me preguntó levantando el tono de voz.
-¡No me quejo de nada, solo quiero que sueltes a ese pájaro!- Dije señalando al pájaro con la mano abierta.
-Ya esta, ya lo he soltado-. Dijo mirando hacia otro lado.
-Me tengo que ir.- Dije girandome.
-¿Ya te quieres ir? No hemos hecho nada.- Dijo desanimado.
-Sí, ya quedaremos otro día para volver.- Le dije con una sonrisa falsa.
-Vale, como quieres.-Dijo él con una sonrisa verdadera.

Nos fuimos de ese parque, faltaba media hora para que el Sol se póngase. A mí me gustaba mucho quedarme a ver la puesta de Sol desde ese parque, pero por alguna razón desconocida, no me apetecía.
Al llegar a medio camino le hice prometerme que no le diría ni una palabra a Patricia ni a nadie, de lo de ese día. Me lo prometió.

Al día siguiente, fui yo la que le dijo a Patricia que le enseñé el parque a Carlos. No me resistí a contárselo, lo sabe todo de mí y yo lo sé todo de ella, eso creo. Cuando se lo dije, se enfadó 7 segundos y me dijo:

-No pasa nada, mientras no lo anuncie en la radio...- dijo Patricia.

Entonces me abrazó. Me encantaban esos momentos con mi mejor amiga, era de las personas mas importantes de mi vida.

Por la tarde salí del instituto y me quedé esperando a Patricia para ir a casa juntas. Salió y comenzamos a hablar de camino a casa.

-Por cierto, ¿Qué paso ayer en el parque con Carlos?  -Me preguntó Patricia.
-¿Ayer? La verdad es que no pasó nada interesante, fuimos a ahí, cogió uno de esos pájaros, me dijo algo de la libertad y ya está.- Le dije sin importancia.
-¿Y ya está? ¿Fuisteis a un lugar tan bonito, a la hora que se pone el Sol, y lo único que hicisteis fue hablar de la libertad de los pájaros?- Preguntó sacando los ojos hacia mí.
-Bueno, me besó, un beso increíble.- Dije sonriendo.
-Algo es algo- Dijo ella mirando para otro lado.
-¿Qué querías que hiciésemos? ¿El amor?- Dije riéndome.
-No, pero... podríais haber aprovechado ese momento, para no se... Ya hablaremos esta tarde.- Dijo despidiéndose.

Después de despedirnos, me fui a casa. Al llegar ví que mi madre estaba nerviosa, recogiendo cosas y le brillaban algunas lágrimas en sus ojos.

-¿Mamá que pasa?- Le pregunté asustada.
-No es nada cariño, han llamado del hospital, dicen que tu padre está empeorando.- Dijo nerviosa.

*Por cierto, mi padre está ingresado en el hospital. Empezó con una simple gripe, y ahora tiene problemas de corazón.*

-Mamá, voy a ir contigo.- Le dije siguiéndola con la mirada mientras ella no se quedaba quieta.
-Como quieras hija.- Dijo sin mirarme.

Cogimos el coche y nos dirijimos hacia el hospital de la ciudad de al lado. Llegamos al hospital y fuimos a ver a papá. Al llegar a la habitación donde estaba, vimos que estaba durmiendo, mi madre se sentó a su lado, le cogió la mano y empezó a llorar, yo no era lo bastante fuerte para aguantar el peso de las lágrimas y salí al pasillo a llorar. Después de desahogarme entré otra vez a a la habitación, entonces vi que mi padre tenía los ojos medio abiertos.

-¡Papá!- Grité corriendo hacia él.
-Hola cariño, te echo de menos.- Dijo cansado.
-Yo también papá.- Dije tristemente.
-¿Como van los estudios?- Me preguntó interesado.
-Bien...- Dije mirando el techo.
-jajajaja...-Soltó una risa seguida de tos.
Entonces vinieron los médicos y pusieron fin a la visita... 

-Adiós papá, te quiero.- Dije saludando con la mano.
-Adiós amor- Dijo mi madre dándole un beso en la frente.

Al volver a casa por la tarde no ablé con nadie, ni tan solo con Patricia. Solo quería estar sola, así que fui al parque 'secreto'. 
Cuando llegaba detrás de unos arbustos, empecé a escuchar a alguien hablando.

No me lo podía creer, no. Era Carlos empujando a una chica en el columpio del parque. Me quedé en shock, no podía pronunciar ni una sola palabra. Acababa de ver a mi padre gravemente ingresado en el hospital y para acabar de joderme el día, me encuentro a mi novio empujando felizmente a una chica en el columpio de un parque que se suponía que era un secreto entre Patricia, él y yo.
Carlos se dio cuenta de que yo estaba ahí, le cambió completamente la expresión de su cara. Dejó de empujar a la chica y empezó a caminar hacia mí, la chica se levantó del columpio.

-Carlos, me dijiste que este sitio solo lo conocías tú, ¿Qué hace ella aquí?- Dijo la chica cruzando los brazos.
-¡Te odio!- Grité apretando los puños.
-Carlos, ¿Quien es esta?- Dijo la chica confundida.
-Te lo puedo explicar.- Dijo Carlos asustado.
-¡No me puedes explicar nada!- Grité empezando a llorar.

Y me fui corriendo, estaba corriendo y secándome las lágrimas. Llegué hasta un punto y paré. Estaba entre muchos árboles, respiraba muy rápidamente, me caí de rodillas, me lo pensé, volví a levantarme y me fui a casa.

Al llegar a casa, mi madre estaba en el sofá mirando la tele, no me hizo caso, yo tampoco quería que me lo hiciese. Entré a mi habitación, no sabía que hacer. Llamé a Patricia y quedamos para contarle todo lo que había pasado.
Cuando se lo conté todo, me dio uno de sus maravillosos abrazos.

Al día siguiente, al despertarme, por la mañana, me dí cuenta de  que no fue una pesadilla. Me sentía fatal. Me arreglé, me puse bastante maquillaje para que no se notase que estuve llorando mucho. Me fui al instituto y me encontré a Patricia esperándome. Estaba convencida de que ella me alegraría el día.

-Hola, ¿Como estás?- Dijo Patricia.
-Bueno sigue todo igual.-Dije desanimada.
-Oye, te tengo que decir una cosa.-Dijo mirando hacia el suelo.
-¿Qué pasa?-Pregunté preocupándome.
-Mis padres se quieren mudar mañana por problemas económicos... - Dijo triste.
-No, no es verdad, no puede ser... No puedes hacerme esto, por favor, no. -Dije empezando a llorar.
-Ya lo sé, sé que estás en un momento horrible de tu vida, pero, lo siento mucho, yo no quiero hacer esto... - Dijo con los ojos muy llorosos.
-No, no, no, no... - Dije llorando sometida en su cuello mientras me abrazaba.

Entonces le solté y me fui corriendo, escuché como el timbre sonaba en ese momento, pero no me importaba, escuchaba a alguien gritando mi nombre, lo más probable es que fuera Patricia, pero yo no le hacía caso.

No me daba cuenta de lo que pasaba a mi alrededor, fue cuando entonces me encontré de pie en ese parque. Oí unos pasos detrás de mí, me giré y vi que era Patricia.

-Lo siento, de verdad que lo siento mucho.- Dijo con ojos llorosos.
-Oye Patri, no hace falta que te disculpes más, lo entiendo, no me gusta nada, pero lo entiendo.- Dije triste caminando hacia el lago.
-Creo que hoy es el último día que nos vemos.- Dijo triste.

Me abrazó más fuerte de lo que nunca lo había echo antes, y eso que siempre me abraza muy fuerte.

-Te quiero mucho Patri.- Dije llorando mientras aún nos abrazábamos.
-Yo también te quiero mucho, siempre lo haré.- Dijo llorando también. - Espera que me tengo que atar los cordones de las bambas.- Dijo agachándose.

Yo me la quedé mirando. Y entonces, ella cogió agua del lago con las dos manos y me la tiró de golpe, yo me quedé ---> O_o. Caí de rodillas, me tapé los ojos como si estuviese llorando, y de repente cogí agua del lago  y se la tiré igual que me hizo ella. Ella se dio cuenta de que no lloraba en serio, y empezamos a reírnos y salpicarnos agua la una a la otra.

En ese momento me olvidé de todos los problemas que tenía y lo único que hacía era pasar mis últimos momentos con mi mejor amiga. Tal vez este sea el fin de muchas cosas buenas pero seguro que es el comienzo de muchas cosas mucho mejores, y lo mejor será que disfrute de ellas hasta el último detalle.





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