miércoles, 15 de febrero de 2012

Me gustaría que la vida tuviese música de fondo



Tardo mucho en arreglarme, odio los problemas y a las zorras sin razón, amo los CDs antiguos y vagueo en vacaciones. Canto cuando quiero, cuando estoy triste, para alegrarme, cuando te vas para consolarme. Voy al cine casi todas las semanas y me encanta que huela todo a colonia. Las sorpresas, cuanto más pequeñas, más bonitas me resultan. Que me dejen con ganas de más para mí es pecado, quien no adore mi personalidad es culpa suya, no mía. Quien se pierda conmigo una noche, despierta por la mañana con una buena sonrisa. Quien me enseñe a no decir palabrotas es un genio, y quien me diga que he perdido, no tiene ni idea de lo que soy capaz de hacer.

Tengo muchos vicios...
Tengo el vicio de comer chocolate.
El de soñar con ir a algún lugar mágico. 
Tengo el vicio de reírme sola mientras recuerdo tonterías.
El de caminar sonriendo, sobre todo después de ver a alguien especial.
De escuchar la misma canción muchas veces, de tranquilizarme gritando.
De escribir frases sueltas y pensar que algún día alguien las dirá.
El vicio de hacer lo posible para sentirme mejor.
El de no sentirme mal cuando estoy triste, sino el de disfrutar un poco de la tristeza.
El vicio de soplar al aire cuando hace frío.
El de dormir y soñar rarezas, soy capaz de inventar otro mundo.
El vicio de fallar en cosas fáciles y acertar las difíciles, una y otra vez.
El vicio de creer que las buenas amistades perduran.
El vicio de pensar que todo puede ir a mejor.
El vicio de aferrarme a lo que siento.
El de sentarme atrás en el coche y pensar en nada.
Tengo el vicio de siempre creer que no me van a fallar.
Y el de empezar las cosas por su final.


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