jueves, 12 de enero de 2012

Aprendí a ver la vida de diferente manera.



http://www.youtube.com/watch?v=GZXHBgjQjNM&feature=endscreen&NR=1


Aprendí que los peces nadan y las aves vuelan. Que los políticos mienten, que la tierra es redonda. Que la gente es falsa, que todo el mundo tiene dos caras. 
Aprendí que la suma de 2 y 2 son 4, que hay que dar más de lo que se recibes. Que no hay que ilusionarse demasiado. Que la vida es un regalo. Me enseñaron que el futuro no está escrito, que el universo es infinito y que nosotros somos personitas diminutas, casi inexistentes. 
Aprendí que el tiempo pasa, que las arrugas salen, que los pechos se caen y que la belleza no es lo más importante. Aprendí a no creer en las promesas, a confiar en casi nadie y a contar con los dedos de una mano.
Aprendí a decir lo que pienso. Que nada es como tu crees.
Aprendí a vivir la vida con lo que tengo. Que todo lo que tengo es lo que realmente me merezco. 
Aprendí a saber distinguir lo bueno de lo malo.
Que nada es de color rosa. Que las personas que crees que son tus amigas, son unas falsas de mierda. Que no sé, que la persona a la cual le tienes menos importancia es la que más se preocupa por ti. Que simplemente doy gracias por tener a personas como las que tengo en mi vida. 
Aprendí a sonreír cuando quería llorar.

La gente no suele creer en el amor, pero a veces te pasan cosas que te hacen ver las cosas de distinta manera...






Tumbados en la cama.


- Te quiero. - dijo él.
- No me quieres. - respondió ella.
- Si, te quiero. - le volvió a decir él.
- Te voy a poner una situación: piensa que estoy en el hospital, muy grave. Me estoy muriendo, ¿vale? Bueno, pues te dicen que la única forma que tengo de sobrevivir es muriendo tú, porque necesito tus órganos, por ejemplo. ¿Morirías tú por salvarme a mi? - le preguntó ella, sentándose en la cama para mirarlo a los ojos.
Se creó un silencio esperado. No duró mas de seis segundos.
- ¿Ves? – dijo ella levantando las cejas - ahí tienes la respuesta. No me quieres. Yo también elegiría vivir. Te das cuenta que quieres a una persona cuando morirías por ella. No me quieres, ni yo a ti.
Mientras le contaba ésto, él la miraba a los ojos, sin apenas pestañear. Su mente no paraba de dar vueltas a esas palabras que acababa de decir. Sabía que de algún modo tenía razón. Nunca la solía tener. Ella se dio la vuelta y siguió durmiendo. Él se sintió incomodo. Nunca tenían la oportunidad de dormir juntos, y él solo quería dormir abrazado a su cintura. Meter la nariz entre su pelo y olerlo. Hacerle dibujos en la espalda y recorrer toda su piel. Pero ella era fría. Fría como un témpano de hielo.
Pasó un rato, no muy largo. No muy corto. Sin tener la certeza de que ella ya estuviera durmiendo, lo soltó:


-Si te estuvieras muriendo, - hablaba mirando su espalda - y yo pudiera evitarlo, lo haría. Moriría por ti. - dijo él, recostado en su codo.


Otra vez, el silencio. "Ya está dormida" pensó. Segundos después ella se dio la vuelta. Le miro a la cara. Entraba la luz justa por la ventana como para ver su rostro un poco borroso. Se miraron a los ojos.
La cara de él reflejaba más miedo que otra cosa. Él nunca tenía miedo. Por eso estaba doblemente asustado. 
Ella le besó. Pero no un beso cualquiera. Piensa en ese beso que te dieron que te revolvió todas las entrañas, que te sube una bocanada de aire hacia arriba. Un beso de verdad.
Ninguno sonreía.
Él le beso la nariz. Y ella se recostó en su pecho, luchando contra su orgullo. No quería enamorarse. "Vaya basura el amor" pensaba siempre. Y sin saber por qué, se dijo para si misma: "dejarse llevar a veces es necesario".
Y dijo susurrando al oído: 
- Abrázame... 




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